La toma de la Bastilla: el inicio de una nueva era - Glosa

La toma de la Bastilla: el inicio de una nueva era

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Hace exactamente 231 años, un 14 de julio de 1789, ocurrió un hecho que cambiaría para siempre la historia de la Humanidad: la toma de la Bastilla en París. A partir de ese momento, se desencadenó la Revolución Francesa que permitió poner fin al absolutismo monárquico y habilitó paulatinamente la instauración de sistemas democráticos en la mayor parte del mundo. Las consignas de “liberté, égalité et fraternité” (“libertad, igualdad y fraternidad” en francés) se popularizaron y dieron forma a muchas de nuestras maneras de concebir la política y la vida en sociedad. En esta nota te contamos un poco más sobre este suceso.

La Bastilla: un símbolo de la opresión

La cárcel de la Bastilla era una antigua fortaleza medieval enclavada en el centro de París. Durante la época monárquica se usaba como centro de detenciones arbitrarias, en las que bastaba una simple orden del rey para apresar, a veces por largos años, a personas sin ningún tipo de juicio ni derecho a defensa.

Monumento en la actual “Place de la Bastille”, en el lugar en que se situaba la Bastilla

.En la segunda mitad del siglo XVIII, Francia se encontraba sumida en una prolongada crisis económica, fruto de la decadencia imperial y de una sucesión de guerras perdidas contra su principal rival, Inglaterra. La situación se agravó a partir de 1776 con la Guerra de Independencia de Estados Unidos, a la que Francia contribuyó para vengarse de Inglaterra, pero comprometiendo aún más su economía. Así las cosas, durante toda la década de 1780 surgió un profundo malestar, especialmente del pueblo y la burguesía, que eran los únicos que pagaban impuestos y sin embargo tenían menor representatividad en las Cortes que la nobleza y el clero, que eran solamente el 2% de la población. Por otra parte, el precio de los alimentos no paraba de aumentar, ocasionando frecuentes hambrunas entre la población.

Interior del Palacio de Versailles, donde residía la corte real francesa, en claro contraste con la miseria en que vivía la población.

Como una forma de apaciguar el descontento, el rey Luis XVI convocó a las Cortes Generales, y admitió la posibilidad de imponer impuestos a los nobles. Sin embargo, pronto las posiciones se radicalizaron: mientras los nobles lograron destituir a los ministros más progresistas, el llamado “Tercer Estado” (burgueses y pueblo en general) se declaró en alerta permanente. En varias capitales de provincia se produjeron disturbios y saqueos, y finalmente la tensión se trasladó a París.

La rebelión alcanzó a varios cuerpos de las fuerzas armadas que se sublevaron contra el mando real. Así las cosas, y frente a la necesidad de contar con armas para la insurrección, se decidió tomar la Bastilla, considerada uno de los símbolos del terror del absolutismo monárquico.

El derecho al voto fue una de las principales consecuencias de la Revolución Francesa

Pese a su carácter simbólico, en realidad la Bastilla estaba en franca decadencia; albergaba en ese momento solamente a 7 prisioneros, y estaba prevista su demolición para 1790, por ser considerada muy costosa para mantener. La toma de la Bastilla, en realidad, se relacionaba más con la posibilidad de hacerse con las armas que se guardaban allí que con la liberación de presos políticos.

De esta manera, se produjo un enfrentamiento entre la población y el reducido cuerpo de guardias que la custodiaban, que culminó en una rápida rendición de estos, en la toma del edificio, en la liberación de los presos y en la conquista de las preciadas armas.

Una nueva era

La toma de la Bastilla precipitó aún más los cambios políticos que se venían gestando. Si bien en un primer momento se alcanzó un cierto grado de acuerdo social y el rey aceptó compartir un poco de poder, pronto la nobleza comenzó a emigrar a países vecinos desde los cuales organizó una contrarrevolución. Hacia 1791, la situación empeoró, y cuando el rey y su familia intentaron huir de Francia, fueron apresados, encarcelados y posteriormente decapitados en 1793. A partir de este momento, la Revolución se radicalizó y comenzaron a popularizarse las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, en principio limitadas solamente a los varones propietarios, y de a poco extendidas a otros sectores sociales, en una tendencia que sigue hasta hoy. Pese a las idas y vueltas que tuvo la Revolución Francesa, la toma de la Bastilla significó un hito en la historia, y fue el germen de nuestros actuales sistemas democráticos y de la idea de que todos debemos ser libres, iguales, y fraternos. ¿Te animás a contarnos qué significan para vos estas tres palabras?

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